domingo, 16 de marzo de 2014

Ma liberté





Les cuento que volví a mi hogar por un rato. Necesitaba arreglar algunos cierres y cerrar algunos arreglos.
De este cuasiregreso nació esto:

Cosas como esta hacen que me de miedo que, de someter mi mente a tantos cambios y shocks emocionales, en algún momento se me queme algún fusible!
Acabo de volver a mi base después de un poco más de dos meses de viajar por el sur y tengo la cabeza un poco revolucionada.
Aunque sé que esto es temporal, por poquito tiempo, me movilizó bastante. Jugar a volver hizo que me replantee varias cosas.
No es que me joda volver a casa, todo lo contrario. Me encanta volver, me encanta el reencuentro con mi gente y con mis lugares. Ya lo dije: “Me encanta irme. Si no me fuese, nunca podría volver”.
No me siento en viaje pero tampoco termino de sentir que volví... me siento raro...

Ya me pasó una vez de volver de un viaje por el norte y tener que reacomodarme, buscar una rutina, un trabajo y todas las cosas comunes que la mayoría de la gente hace en su día a día.
Es mucho más fácil volver de unas vacaciones que de un viaje. Y con esto no quiero subestimar a las vacaciones ni mucho menos, porque también cuesta el regreso de ellas, pero por otros aspectos.
Cuando uno vuelve de vacaciones sigue todo tal cual lo dejó, sigue con el mismo trabajo, con el mismo estudio, con la misma rutina en general. Cuando uno vuelve de un viaje es todo bastante más movilizante. Vuelve con las mismas cosas que unas vacaciones moviliza sumando las que moviliza un viaje.
Por lo menos en mi caso el volver de aquel viaje fue preguntarme muchas cosas. La pregunta más importante fue “¿Que voy a hacer con mi vida?”. Gran pregunta. Tan existencial como amplia. Y la que le siguió fue “¿Que QUIERO hacer con mi vida?” En ese momento elegí la salida más fácil, me busque un trabajo muy parecido al que tenía antes de partir y me cree una rutina otra vez. Pero no lo pude aguantar por mucho tiempo, pude hacerme el tonto por un poquito más de un año hasta que volvieron a salir a la superficie estas ganas de viajar, ganas que intenté esconder sin éxito bajo la arena.

Aunque sé que esta vez va a ser diferente, que todavía no volví, cada tanto vuelve a aparecer acechándome la gran pregunta: ¿Estaré haciendo bien? ¿Y si la mayoría tiene razón y tengo que buscarme un trabajo de 8 horas, de lunes a viernes, quedarme quieto y “sentar cabeza”? (Si, todo eso es una sola pregunta). Por ahora la respuesta es siempre “que me importa la mayoría, quiero hacer lo que siento y lo que me hace feliz en este momento”. Me ayuda muchísimo recordar ejemplos de vidas poco comunes y recordarme que no creo en ese librito que la mayoría tenemos en la cabeza con la lista de “cosas que hay que hacer en la vida”.

Sabía que volver iba a provocar todo esto, esta movilización, estos planteos y replanteos. Estas dudas existenciales, esta crisis.
Pero todo esto es bueno que suceda, me gusta, aunque por momentos me siento un poco masoquista.
Si estoy en este estado significa que estoy pensando en como quiero seguir, que no estoy viviendo por inercia como un zombie embobado por la rutina.
Me gusta pensarlo así, y me ayuda también. Que estoy parando la pelota para recalcular. QUE ESTOY VIVO DE VERDAD!






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