![]() |
Lago Espejo, Neuquén. |
Hay muchos disparadores en mis días que me
dan ganas de escribir, la mayoría de las veces no lo hago y sólo armo la idea en mi
cabeza, otras veces se da la oportunidad de charlarlo con algún amigo, o con la primer apersona con la
que sienta ganas de hacerlo, y descargo así las ganas de compartirlo, ya que esa
es la razón por la que me gusta escribir estos pensamientos, para compartirlos.
Quizás haya alguien al que le sirva, que tal vez pasó o está pasando por algo similar y ver que eso también le pasa a otras personas, que no está tan solo, a veces tranquiliza (a mí me tranquiliza).
Me gusta un poco más hablar que escribir. Al hablar me puedo explayar más y el que me conoce sabe que hablo bastante. Siempre me voy por las ramas, hago paréntesis y paréntesis dentro de paréntesis, una cosa lleva a otra y es muy probable que la charla termine en cualquier lado, muy lejos de donde había comenzado. Escribiendo tengo que controlar mucho eso porque, obviamente, escribir es distinto que hablar. Si llego a escribir todo tal cual como va saliendo de mi cabeza sería un lío, poco claro y, sobre todo, poco interesante (de hecho este texto empezó con la idea de contar otra cosa a la cual ya no puedo volver).
Otra cosa que controlo mucho es no contar demasiado de mí en lo que escribo, no me gusta exponerme demasiado. Paso todo por ese filtro que pocos escritos resisten, de hecho nada de lo que escribo en mi diario de viaje aparecen tal cual en este blog.
Mi primer viaje largo (la primera vez que salí de Argentina, la primera vez que viajé en avión y la primera vez en tantas otras cosas) fue a India. Antes de irme me habían regalado un cuaderno para que escriba durante el viaje y fue lo mejor que me podían haber regalado en ese momento pero lo descubrí recién cuando lo inauguré. Al escribirlo sentía que lo estaba contando, que me estaba desahogando. De hecho las primeras líneas las escribí el primer día en India, en Delhi, luego de una situación muy estresante y al comenzar a escribir me largué a llorar.
Ese cuaderno lo releí una sola vez un tiempo después de haber vuelto, fue junto con un amigo y a medida que lo iba leyendo le iba contando, estuvo buenísimo porque había cosas que no recordaba y cada cosa que leía me recordaba otra cosa que había sucedido ese día y que ni siquiera la había escrito. De esa manera pude contarle muchísimas cosas más. Las cosas que pasan al principio del viaje se van superponiendo con otras y van quedando atrás pero son igual de importantes. Es como ver fotos pero mejor, para mi gusto, ya que ver álbumes de fotos me aburre.
No sé si me atrevería a agarrar otra vez ese diario. Seguramente me avergüence de varias cosas que escribí, algunas pocas quizás me gusten y ninguna me atrevería a compartir con cualquiera, por lo menos en crudo, tendría que pasarlas por el filtro. Muchas de esas cosas son muy personales, tanto que algunas sólo se las conté a ese cuaderno.
Mi actual diario de viaje lo compré en Rosario y me encanta. Ya le dedicaré un post en el cual contaré como llegó a mí.
Escribiendo me pasa lo mismo que cuando hablo, voy armando las cosas a medida que voy escribiendo.
El disparador que me llevó a escribir esto ya no viene al caso, me fui para cualquier lado…
Me gusta un poco más hablar que escribir. Al hablar me puedo explayar más y el que me conoce sabe que hablo bastante. Siempre me voy por las ramas, hago paréntesis y paréntesis dentro de paréntesis, una cosa lleva a otra y es muy probable que la charla termine en cualquier lado, muy lejos de donde había comenzado. Escribiendo tengo que controlar mucho eso porque, obviamente, escribir es distinto que hablar. Si llego a escribir todo tal cual como va saliendo de mi cabeza sería un lío, poco claro y, sobre todo, poco interesante (de hecho este texto empezó con la idea de contar otra cosa a la cual ya no puedo volver).
Otra cosa que controlo mucho es no contar demasiado de mí en lo que escribo, no me gusta exponerme demasiado. Paso todo por ese filtro que pocos escritos resisten, de hecho nada de lo que escribo en mi diario de viaje aparecen tal cual en este blog.
Mi primer viaje largo (la primera vez que salí de Argentina, la primera vez que viajé en avión y la primera vez en tantas otras cosas) fue a India. Antes de irme me habían regalado un cuaderno para que escriba durante el viaje y fue lo mejor que me podían haber regalado en ese momento pero lo descubrí recién cuando lo inauguré. Al escribirlo sentía que lo estaba contando, que me estaba desahogando. De hecho las primeras líneas las escribí el primer día en India, en Delhi, luego de una situación muy estresante y al comenzar a escribir me largué a llorar.
Ese cuaderno lo releí una sola vez un tiempo después de haber vuelto, fue junto con un amigo y a medida que lo iba leyendo le iba contando, estuvo buenísimo porque había cosas que no recordaba y cada cosa que leía me recordaba otra cosa que había sucedido ese día y que ni siquiera la había escrito. De esa manera pude contarle muchísimas cosas más. Las cosas que pasan al principio del viaje se van superponiendo con otras y van quedando atrás pero son igual de importantes. Es como ver fotos pero mejor, para mi gusto, ya que ver álbumes de fotos me aburre.
No sé si me atrevería a agarrar otra vez ese diario. Seguramente me avergüence de varias cosas que escribí, algunas pocas quizás me gusten y ninguna me atrevería a compartir con cualquiera, por lo menos en crudo, tendría que pasarlas por el filtro. Muchas de esas cosas son muy personales, tanto que algunas sólo se las conté a ese cuaderno.
Mi actual diario de viaje lo compré en Rosario y me encanta. Ya le dedicaré un post en el cual contaré como llegó a mí.
Escribiendo me pasa lo mismo que cuando hablo, voy armando las cosas a medida que voy escribiendo.
El disparador que me llevó a escribir esto ya no viene al caso, me fui para cualquier lado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario