<<Les propongo un juego. Dos forma de leer este post.
Lo que está en negrita es un resumen para los ansiosos como yo
que les gusta ir al grano.
Y los otros pueden leer todo de corrido
sin prestarle atención al cambio en la letra.>>
Camioneta-camión-camioneta fue la combinación de
vehículos que me dejaron en la rotonda de la entrada a Esquel y lo máximo que
esperé fueron 20 minutos. Caminé un par de kilómetros porque en ese punto se
iba a complicar que me levanten y me habían dicho que más adelante había un
puesto caminero donde era más probable que consiga viaje.
El punto anterior fue Los Antiguos. Un muchacho en camioneta para y se ofrece a llevarme ya que iba a Perito Moreno a entregarle unos papeles a un camionero que allí lo estaba esperando para poder partir hacia Pico Truncado. Luego de pegar buena onda con el conductor de la camioneta, mate va y mate viene, llegamos a Perito Moreno. Nos encontramos con el camionero y le propone que me lleve un poco más adelante, yo necesitaba agarrar la ruta 40 nuevamente para encarar hacia el norte. Accede a la propuesta después de las mejores referencias de su compañero que le entregó los papeles. Cargo agua en el termo en la estación de servicio que estaba en frente, compro unas galletitas y partimos hacia el este. Fue cortito el viaje, un poquito más de 10 kilómetros por la ruta 43.Llegamos al lugar donde me tenía que bajar (el cruce de la 40 con la 43). Me despido muy agradecido, me bajo con el termo casi lleno y las galletitas casi intactas.
En este cruce me encontré con 3 personas que parecían un poco alteradas y un puesto de policía. Eran una pareja compuesta por un chico y una chica, el tercero era un chico el cual habían conocido en ese lugar haciendo dedo. Lo primero que hice fue saludarlos y les pregunté hace cuanto estaban allí, me respondieron que como 4 horas y también me enteré que eran de Francia los 3 y querían llegar a Esquel, al igual que yo.
No paraban de caminar de acá para allá y le hacían dedo a todo lo que pasaba sin importar la dirección en la que pasaban. El panorama no me parecía muy favorable, así que me acomodé en el lugar indicado con la idea de tomar unos mates con galletitas tranquilo ya que parecía que la espera iba a ser larga. Me jugó a favor la impaciencia de mis ocasionales compañeros ya que si no iba a tener que ubicarme después de ellos, pero no sé cuál era el plan de ellos (si es que tenían uno) porque al rato de haber llegado empezaron a caminar hacia Perito Moreno, el lugar del que yo venía.
Después de terminar el agua del termo, las galletitas y de recordar que existían las moscas y el calor (preludio para lo que iba a venir de ahí en adelante en mi viaje hacia el norte) seguía sin preocuparme por la espera ya que solo habían pasado unos 15 minutos, pero no pasaban muchos autos y ningún camión. Cuando se cumplieron los 20 minutos de espera pasa una camioneta, duda y frena más adelante pero vuelve en reversa. Eran una pareja algo mayor que no tenían ni lugar, pero después de acomodar un poco sus cosas me acomodan a mí. Les cuento que quería llegar a Esquel (más de 500 kilómetros adelante), me dicen que me pueden dejar a la entrada de esa ciudad ya que ellos iban hasta El Bolsón. ¡Mi felicidad era inmensa!
Después de tan malos pronósticos confirmé una vez más que esta forma de viajar no es una materia exacta, podes suponer algunas cosas con un poco de teoría pero la practica te puede sorprender y mucho.
La camioneta tenía 3 meses de uso, recién salidita de la concesionaria, íbamos rapidísimo incluso en el ripio que en esa parte era mucho ya que la parte de la ruta que creí que iba a estar pavimentada estaba siendo repavimentanda. Pasamos por un pueblito muy pequeño llamado Facundo porque tenían que pasar a buscar un cordero que habían encargado en la estancia de un conocido de ellos. Este pueblo tenía 4 cuadras de ancho, dos de cada lado de la calle principal, y unas 8 de largo. Luego de esta parada táctica en la que casi presencio como esquilaban las ovejas seguimos viaje.
Charlamos mucho, me dieron la dirección de la casa que tienen en El Bolsón para que los contacte cuando pase por ahí si es que necesitaba algo. Llegamos hasta donde tenía que bajarme, en la rotonda a la entrada de Esquel, así que nos despedimos y ellos siguieron su rumbo.
Emprendí la caminata, algo larga, pero con una felicidad difícil de explicar. Escuchando música, cantando, jugando con la línea de la ruta, sacando fotos y disfrutando del paisaje que poco a poco se fue haciendo cada vez menos desértico. Pasé por unas vías a las que le saque unas fotos y que luego me enteré que eran las de La Trochita.
El punto anterior fue Los Antiguos. Un muchacho en camioneta para y se ofrece a llevarme ya que iba a Perito Moreno a entregarle unos papeles a un camionero que allí lo estaba esperando para poder partir hacia Pico Truncado. Luego de pegar buena onda con el conductor de la camioneta, mate va y mate viene, llegamos a Perito Moreno. Nos encontramos con el camionero y le propone que me lleve un poco más adelante, yo necesitaba agarrar la ruta 40 nuevamente para encarar hacia el norte. Accede a la propuesta después de las mejores referencias de su compañero que le entregó los papeles. Cargo agua en el termo en la estación de servicio que estaba en frente, compro unas galletitas y partimos hacia el este. Fue cortito el viaje, un poquito más de 10 kilómetros por la ruta 43.Llegamos al lugar donde me tenía que bajar (el cruce de la 40 con la 43). Me despido muy agradecido, me bajo con el termo casi lleno y las galletitas casi intactas.
En este cruce me encontré con 3 personas que parecían un poco alteradas y un puesto de policía. Eran una pareja compuesta por un chico y una chica, el tercero era un chico el cual habían conocido en ese lugar haciendo dedo. Lo primero que hice fue saludarlos y les pregunté hace cuanto estaban allí, me respondieron que como 4 horas y también me enteré que eran de Francia los 3 y querían llegar a Esquel, al igual que yo.
No paraban de caminar de acá para allá y le hacían dedo a todo lo que pasaba sin importar la dirección en la que pasaban. El panorama no me parecía muy favorable, así que me acomodé en el lugar indicado con la idea de tomar unos mates con galletitas tranquilo ya que parecía que la espera iba a ser larga. Me jugó a favor la impaciencia de mis ocasionales compañeros ya que si no iba a tener que ubicarme después de ellos, pero no sé cuál era el plan de ellos (si es que tenían uno) porque al rato de haber llegado empezaron a caminar hacia Perito Moreno, el lugar del que yo venía.
Después de terminar el agua del termo, las galletitas y de recordar que existían las moscas y el calor (preludio para lo que iba a venir de ahí en adelante en mi viaje hacia el norte) seguía sin preocuparme por la espera ya que solo habían pasado unos 15 minutos, pero no pasaban muchos autos y ningún camión. Cuando se cumplieron los 20 minutos de espera pasa una camioneta, duda y frena más adelante pero vuelve en reversa. Eran una pareja algo mayor que no tenían ni lugar, pero después de acomodar un poco sus cosas me acomodan a mí. Les cuento que quería llegar a Esquel (más de 500 kilómetros adelante), me dicen que me pueden dejar a la entrada de esa ciudad ya que ellos iban hasta El Bolsón. ¡Mi felicidad era inmensa!
Después de tan malos pronósticos confirmé una vez más que esta forma de viajar no es una materia exacta, podes suponer algunas cosas con un poco de teoría pero la practica te puede sorprender y mucho.
La camioneta tenía 3 meses de uso, recién salidita de la concesionaria, íbamos rapidísimo incluso en el ripio que en esa parte era mucho ya que la parte de la ruta que creí que iba a estar pavimentada estaba siendo repavimentanda. Pasamos por un pueblito muy pequeño llamado Facundo porque tenían que pasar a buscar un cordero que habían encargado en la estancia de un conocido de ellos. Este pueblo tenía 4 cuadras de ancho, dos de cada lado de la calle principal, y unas 8 de largo. Luego de esta parada táctica en la que casi presencio como esquilaban las ovejas seguimos viaje.
Charlamos mucho, me dieron la dirección de la casa que tienen en El Bolsón para que los contacte cuando pase por ahí si es que necesitaba algo. Llegamos hasta donde tenía que bajarme, en la rotonda a la entrada de Esquel, así que nos despedimos y ellos siguieron su rumbo.
Emprendí la caminata, algo larga, pero con una felicidad difícil de explicar. Escuchando música, cantando, jugando con la línea de la ruta, sacando fotos y disfrutando del paisaje que poco a poco se fue haciendo cada vez menos desértico. Pasé por unas vías a las que le saque unas fotos y que luego me enteré que eran las de La Trochita.
Llegué hasta el puesto de gendarmería en el cual tenía pensado hacer dedo. Saludé al gendarme con amabilidad, supuse que me iba a pedir que me acerque para tomarme los datos, por lo menos (como hacen casi siempre que paso por un puesto similar) pero solamente me respondió el saludo así que me paré a hacer lo mío esperando a la persona que me iba a llevar hasta el centro de Esquel.
A los 5 minutos paró un Ford Falcon bastante antiguo, con mucho uso y poco cuidado que me dejó donde yo quería. Había guardado un poco de comida la noche anterior así que eso fue lo que comí atrás de la primera estación de servicio que encontré, en el medio de la ciudad, mientras pensaba que iba a hacer y donde iba a dormir.
Resumo un poco diciendo que después de algunas averiguaciones y de que no me respondan algunos mensajes fui a la terminal de ómnibus con la idea de pasar la noche ahí y al otro día ver como seguía. Ahí conocí a un chico y a una chica que estaban con el mismo plan ya que a la mañana siguiente salía su micro. Terminamos armando las carpas atrás de la terminal porque no nos dejaron dormir adentro, había muchísimo viento pero las carpas se la bancaron, se doblaron mucho pero no se rompieron.
Nos levantamos bien temprano, compartimos unos mates pero pronto ellos se fueron y yo me acomodé adentro de la terminal para pensar que hacer. Casi al instante en que me acomodé me puse a charlar con un chico que acababa de bajar de un micro, terminamos en una plaza charlando y ahí se me prendió la lamparita. En EL Chaltén conocí una familia muy buena onda que viven en Esquel, me habían dado su número y hasta su dirección para cuando pase por ahí así que los llamé y sin dudarlo me paso a buscar Ricardo (el padre) por esa plaza, fuimos a hacer unas compras al supermercado y luego a la casa.
Me quedé como 4 días, me trataron como si fuera parte de su familia y así lo sentí. No me dejaron ni gastar mi toalla. Me regalaron dos libros, una gorrita para el sol, paseos por Esquel y hasta fuimos a pasar un día a Bariloche. No me alcanzan las palabras para describir lo bien que la pasé y lo agradecido que estoy con ellos.
Me encantaría volver. Me quedé con ganas de
conocer más el Parque Nacional Los Alerces que da para recorrerlo de punta a punta.
No pude hacerlo en esta oportunidad porque justo pasé en la época de la
floración masiva de la caña Colihue. Esto produce una
sobreabundancia de alimentos para roedores. Por tal motivo y por el riesgo de que
los visitantes contraigan una enfermedad transmitida por estos animales llamada
hantavirus el
parque estaba abierto pero de forma muy limitada.
Muchas anécdotas nacieron viajando hacia, en y yéndome de Esquel. Todas las personas que conocí después de pasar por esta ciudad me tuvieron que soportar contando anécdotas donde la palabra “Esquel” era casi infaltable.
Para salir de Esquel me llevó Ricardo hasta el mismo puesto caminero en el que hice dedo para entrar y luego de hablarle bien de mí al gendarme para ver si me ayudaba a conseguir viaje nos despedimos con una gran abrazo y de la emoción casi se me escapa un lagrimón.
No pasó mucho tiempo hasta que un auto frenó, pero se dirigía hacia el sur. Igualmente se ofreció a llevarme hasta la rotonda, en la que me había bajado al llegar, me aconsejó que en dicha rotonda era mejor como punto estratégico para hacer dedo pero igualmente decidí esperar un poco más donde estaba. Para mi gusto el puesto caminero, era un mejor lugar. Tenía más comodidades cerca en ese puesto que en la rotonda donde nada había cerca. Le agradecí la buena onda y seguí esperando. Un vehículo que frena, me lleve o no, renueva la ilusión. Da alegría. Me da la sensación de que el cronometro vuelve al cero y empieza a contar nuevamente.
Un rato después paró una camioneta pero esta vez si iba hacia el norte. No tenía muy en claro cuál iba a ser el siguiente punto en el que quería frenar, tenía varios lugares en mente que me habían recomendado pero dejé que la ruta me ayude a decidir…
Pero eso lo contare en otro post porque si no este no va a terminar más y no los quiero aburrir
Yo opino que el recuerdo que uno guarda de los lugares no dependen tanto de lo hermoso del lugar sino de las experiencias vividas en el mismo. Esquel es hermoso pero el mérito de que lo recuerde con emoción y una sonrisa de oreja a oreja se lo lleva esta hermosa familia que espero volver a ver muy pronto.
Muchas anécdotas nacieron viajando hacia, en y yéndome de Esquel. Todas las personas que conocí después de pasar por esta ciudad me tuvieron que soportar contando anécdotas donde la palabra “Esquel” era casi infaltable.
Para salir de Esquel me llevó Ricardo hasta el mismo puesto caminero en el que hice dedo para entrar y luego de hablarle bien de mí al gendarme para ver si me ayudaba a conseguir viaje nos despedimos con una gran abrazo y de la emoción casi se me escapa un lagrimón.
No pasó mucho tiempo hasta que un auto frenó, pero se dirigía hacia el sur. Igualmente se ofreció a llevarme hasta la rotonda, en la que me había bajado al llegar, me aconsejó que en dicha rotonda era mejor como punto estratégico para hacer dedo pero igualmente decidí esperar un poco más donde estaba. Para mi gusto el puesto caminero, era un mejor lugar. Tenía más comodidades cerca en ese puesto que en la rotonda donde nada había cerca. Le agradecí la buena onda y seguí esperando. Un vehículo que frena, me lleve o no, renueva la ilusión. Da alegría. Me da la sensación de que el cronometro vuelve al cero y empieza a contar nuevamente.
Un rato después paró una camioneta pero esta vez si iba hacia el norte. No tenía muy en claro cuál iba a ser el siguiente punto en el que quería frenar, tenía varios lugares en mente que me habían recomendado pero dejé que la ruta me ayude a decidir…
Pero eso lo contare en otro post porque si no este no va a terminar más y no los quiero aburrir
Yo opino que el recuerdo que uno guarda de los lugares no dependen tanto de lo hermoso del lugar sino de las experiencias vividas en el mismo. Esquel es hermoso pero el mérito de que lo recuerde con emoción y una sonrisa de oreja a oreja se lo lleva esta hermosa familia que espero volver a ver muy pronto.
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